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Crónica Stone From The Sky + Could Seed. 25 de octubre. Sala El Perro (Madrid)

Este mes en Madrid hemos tenido una riquísima agenda de stoner y géneros afines en directo: nos han visitado Nebula, King Buffalo con Slomosa, Stone From The Sky… A estos últimos no los conocía así que opté por ellos. Y qué acertada decisión, amigos. En las próximas líneas os cuento lo que pasó el miércoles 25 de octubre en su directo, junto a Could Seed, en la sala El Perro (de la Puebla 15, Madrid).

STONE FROM THE SKY & COULD SEED

Las semanas anteriores al concierto estuve poniéndome al día con el trabajo de Stone From The Sky. He de reconocer que no me apasionaron a la primera de cambio sino que más bien hicieron falta varias escuchas para ir encontrándome en su propuesta. Son ese tipo de bandas a las que vas cogiendo el gustillo a medida que las revisitas.

Stone From The Sky se denominan, según su propia bio, un «post whatever trio» y no puede gustarme más esa definición. Aún a riesgo de encasillarlos podemos decir sin faltar a la verdad que en su música encontramos, principalmente, stoner instrumental. Estos franceses de Le Mans llevan publicados a sus espaldas tres EP, NGC 1976, Fuck the sun y Break a leg, de 2015, 2017 y 2019 respectivamente, y un álbum de 2021 titulado Songs from the deepwater, así como algunos sencillos.

¿Las señas de identidad de Stone From The Sky? Canciones largas, tramos rítmicos y episodios de absoluto arrastre, reverb, psicodelia y desierto, decadencia y pesadez, bajos que gruñen y guitarras que ululan. Me resulta inevitable que por momentos me recuerden a Tool, con esos amplios rangos dinámicos y pasajes rítmicos progresivos, pero al mismo tiempo no hay nada de prestado en ellos, pues lo que escuchamos es auténtico.

En Could Seed tenemos un EP de cuatro pistas publicado en 2021 y que lleva por título Mirage, donde saboreamos elementos progresivos, post y diría que hasta grunge, pero con mucha más herencia del ambient rock. Atmósferas gaseosas y líneas melódicas exploratorias que culminan en crescendos impetuosos.

MIRANDO A LA NADA, PENSANDO EN TODO

Hacía un frío delicioso en Malasaña cuando bajaba las escaleras de El Perro para adentrarme en la propuesta de esta gente y descubría rápidamente que íbamos a ser pocos esa noche. Solo unas ocho almas entre el público —algunos de ellos miembros o acompañantes de las propias bandas— presenciamos aquello y yo solo pude después lamentarme por toda esa gente que, estando en Madrid, se había perdido este formidable bolo.

Aquella situación me hizo pensar en que está claro que la programación entre semana no ayuda, pero tampoco la astronómica oferta musical y la escena de hiperinflación que experimenta la actualidad. Nos contaba hace un par de semanas Nando Cruz que en 2018 se subieron 16,4 millones de canciones a Spotify, y que este año seguramente superaremos los 43 millones. Y es que la humanidad no ha generado nunca tantísima música grabada. En este océano, encontrar un pequeño nicho de público ahí fuera es un ejercicio cada vez más impenetrable para las bandas, a las cuales no les queda otra que sucumbir a las exigencias de un mercado roto y a unas redes sociales vampirizantes.

Hasta para quienes dedicamos bastante de nuestro tiempo libre a la actualidad musical, seguirle el ritmo a la realidad es insostenible, cuando no imposible si te interesan géneros dispares. En el presente, estamos asistiendo a la cancelación de cuentas de bandas en plataformas digitales porque no son rentables para sus distribuidoras, como es el caso de Altafonte. Complicado ser rentable si eres un grano de arena más en una playa inmensa o si simplemente no te interesa ser rentable sino sencillamente hacer música y compartirla. Como dice Cruz, «el amateurismo penaliza». Pero en fin, esa es otra historia que dejamos para otra ocasión.

EMPIEZA EL BOLO

Eran pasadas las 21:30 cuando Could Seed rompía el silencio arrancando con un redoble de caja y se producía la magia de la música en directo que es capaz de recorrernos todo el cuerpo. Aquello sonaba realmente bien. La única pega que le pondríamos es que quizá la batería estaba un poco por encima, pero la cosa era menor. Tanto ellos como Stone From The Sky sonaron sólidos, limpios, luminosos; y todo aquello estaba perfectamente a la altura de un Sonic Blast con el sol poniéndose de fondo sin necesidad de más credenciales.

Concierto de Stone From The Sky y Could Seed
Could Seed

Lo cierto es que de Could Seed no había escuchado nada y fueron una sorpresa y una delicia. Empezaron con algo que me gustó muchísimo: un tema que arrancaba vaporoso, incorpóreo y minimalista, con muy poca información, deshilachado, y que poco a poco iba encontrándose, iba conquistando más espacios en los que excavar más notas y más riqueza y así se iba demostrando tremendamente fértil. Al principio había bastante acople pero diría que era intencionado porque quedaba genial. Todo iba de menos a más, de lo general a lo particular para culminar in crescendo con una mayor potencia.

Tanto Could Seed como Stone From The Sky se caracterizaron por algo en mi opinión especialmente valioso en el directo de estos géneros: a todos los instrumentos se les escuchaba de forma independiente y al mismo tiempo había comunión, integridad entre ellos. Todos estaban en su sitio y a la vez en el de todos y eso tiene que suceder en estos géneros para que la cosa funcione. Y funcionaba.

Adoré los gritos no microfonados, crudos y repentinos del bajista de Could Seed que nos generaron ganas de que hubiésemos sido más peña entre el público para elevar el headbanging y hacer emerger unos buenos empujones.

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Stone From The Sky

Que fuésemos pocos no impidió que lo dieran absolutamente todo en el escenario. Arrolladora la actitud del bajista de Stone From The Sky (y guitarra de la otra formación) que tanto invitaba a dejarse llevar y volar. Maravilloso y acertado que estos últimos engancharan un tema con otro, con ese arrastre, ese desvanecimiento y fusión entre canción y canción.

Especialmente conmovedor me pareció el tema «Karoshi», del álbum Songs from the deep water. Suspensión, ritmo, contoneo… es una canción que me encanta, donde el tiempo se paraliza cuando se va prefigurando esa línea de bajo que, allá por el minuto cuatro, empieza a rugir a solas… Esas notas crujientes, suculentas, en directo, envueltas en el silencio de la cueva prodigiosa que es El Perro… Sublime.

Ay, te lo perdiste, Madrid, pero los pocos que estuvimos damos fe del talento de Could Seed y de Stone From The Sky en su primera vez en esta ciudad y esperemos que la primera de muchas más. Si os queda cerca Ribeira (A Coruña), León o Santander no dudéis en darles una oportunidad, ya que están de gira y los tendréis, respectivamente, el 31 de octubre, el 1 de noviembre y el 2 de noviembre.


¡Muchas gracias por leer esta crónica! ¿Qué os ha parecido? ¿Habéis estado en el concierto de Stone From The Sky en la Sala El Sol de Madrid? Echa un ojo a otras crónicas publicadas y no olvides seguirnos en nuestras redes sociales:

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