Este año he ido por vez primera al Sonic Blast y me lo he pasado como una enana. Una enana vieja, pues he ido bastante de tranquis, que soy un alma de 85 años atrapada en un cuerpo de 36. En las siguientes líneas os hago una sinopsis con la información más relevante de esta delicia de festival en su edición de 2024, y no dudéis en preguntar lo que queráis en comentarios.
Índice
El festival Sonic Blast
Aparte del mítico juego de la SEGA, el Sonic Blast es un festival portugués que lleva doce ediciones a sus espaldas. Hace unos años se celebraba en Moledo, pero ahora ya lleva varios en la freguesía de Âncora, en el municipio de Caminha, perteneciente al distrito de Viana do Castelo. Nos encontramos muy al norte, a unos cuarenta y cinco minutos en coche de la frontera con Galicia. Concretamente, el recinto se ubica detrás de las dunas de la playa do Caldeirão y junto al río Âncora. Una delicia.
Se trata de un festival de tamaño pequeño, pues asisten unas 5.000 personas. Pensad que a un macrofestival como el Resurrection Fest acuden unas 120.000 personas, mientras que a un Canela Party, unas 22.000 —y podemos decir que es también un festival pequeño—, así que imaginad lo que es esto. Aquí todo queda a mano, es cómodo y amable; el recinto es muy recogido y no tiene misterio. Fijaos si la cosa es sencilla que ni siquiera he encontrado el típico plano del recinto del festival porque ¡no hace falta!
El espacio y los servicios del Sonic Blast 2024
Una vez hemos accedido al recinto nos encontramos en la zona más grande y central de todas. Aquí tenemos los dos escenarios principales, dispuestos uno al lado del otro, así como el puesto de merchandising, un par de barras y los aseos. También mesas y asientos para descansar. A la derecha nos queda el tercer y último escenario, una carpa pequeña. Detrás de ella tenemos la zona de restauración, con más barras para bebida y varios foodtrucks y mesas para poder sentarse a comer. Hay opciones variadas para todos los estómagos y paladares, ¡y hasta un puesto con caldo verde! Esto obviamente conquistó a mi espíritu pureta.
Al final de los camiones de comida hay un punto de agua corriente potable y la caseta para el canje de dinero (ya sea en metálico como con tarjeta) por tokens. Cada token son 2,5 EUR y la cerveza de aproximadamente medio litro costaba dos tokens. El vaso también costaba 2,5 EUR y había un tamaño inferior, si bien no podías pedir una caña en el vaso grande. Si no recuerdo mal, el vaso no era retornable. Detrás de los puestos técnicos de sonido, ligeramente escorado hacia el escenario de la izquierda, se situaba la tarima para sillas de ruedas, que ofrecía una visibilidad excelente de ambos escenarios.
Cartel y horarios
Las tradiciones musicales del Sonic Blast son el heavy metal, el rock psicodélico, el stoner, el doom y subgéneros afines. Quizá yo estoy equivocada, pero tengo la impresión de que este año hubo más bandas de otros géneros que en otras ediciones. Por ejemplo, reconozco que me sorprendió que llevasen a bandas como Viagra Boys o Wine Lips, así como la presencia de sonidos fuertemente trasheros.
No conocía a la mayoría de las bandas que iba a ver así que los meses anteriores al festival fui poniéndome al día y esto es algo que me llamó la atención. En este caso, creo que lo importante no es si nos gusta o no particularmente a nosotros una u otra banda, sino que el festival, aunque pueda cambiar, mantenga su espíritu.
La gracia de un festival como este es que ofrece una experiencia de nicho y de calidad por precios razonables. Y eso se consigue manteniendo un tamaño pequeño, manejable y humano, con horarios sin solapes (esto es gloria bendita) y sin dejarte un riñón y parte del otro cada vez que quieres tomarte algo. Ojalá sigan así.
Transporte y localización
Aquí depende de dónde salga cada uno, pero sea como sea hay opciones para llegar sin problemas con transporte público. Yo viajé desde Madrid para lo que cogí un avión a Porto. Si has de pasar por Porto es fantástico aprovechar y quedarte al menos una noche a pasear por sus decadentes callejuelas y comer pasteles de nata. Es una ciudad maravillosa que siempre suma y nunca resta. Después hemos de coger el tren de cercanías hasta Vila Praia de Âncora en un cómodo trayecto que como mucho durará dos horas y con unas vistas inmejorables. Tenéis trenes a este destino tanto desde la estación de Campanhã como desde São Bento.
Si vais desde el aeropuerto, lo más rápido es coger la línea morada del metro hasta Campanhã y ahí coger el tren. Ese sería el trayecto más rápido, pero otra bonita opción (esta es la que yo hice) fue bajar en Trindade y callejear por el casco histórico de la ciudad. Después cogí el cercanías en la hermosa estación de São Bento, que queda muy cerca.
Una vez en Vila Praia ya hemos llegado. Yo llegué con unos días de antelación y me quedé en este pequeño pueblito de pescadores y fue un acierto. Es chiquito y encantador, atravesado por las vías del tren y con plazuelas antiguas y parroquianos de toda la vida, con una playa hermosa, restaurantes de sardinas asadas y parrilladas de carne a buenísimos precios y tercios de Super Bock por 1,70 EUR. Para entrar a vivir.
El punto rojo en el mapa es la ubicación del Sonic Blast. En sus inmediaciones naturales llenas de esplendorosos árboles se encuentra el camping, del que no puedo contaros mucha cosa ya que no me alojé allí. Puedo deciros que es gratuito y que no cuenta con opciones de pago.
Las duchas son bastante precarias y no hay agua caliente, cosa que echarás de menos porque agosto por estos lares no es extremadamente caluroso. Es importante llegar con tiempo porque, como todo camping festivalero, se llena rápido, y lo suyo es poder instalar tu tienda sobre terreno plano. Cerca del recinto, a menos de media hora andando, hay otro camping, este sí de pago con mejores instalaciones. Es el Park Camping Paço, ubicado en una zona en la que el río Âncora tiene pequeños saltos y es ideal para ir a darse un chapuzón, pues la entrada al recinto del camping es libre.
Si no queréis camping, yo os recomiendo que os quedéis en Vila Praia de Âncora (la zona redondeada en azul en el mapa). Tardaréis entre 15 y 30 minutos de paseo hasta el festival dependiendo de dónde os alojéis pero merece la pena. Estaréis en el meollo del pueblo, con mucha más vidilla y ambientillo veraniego que si os quedáis en la zona que he marcado en naranja.
Esa es una zona residencial, también con algún bar que otro y un Intermarché gigante, pero tiene menos gracia que la otra, pues Vila Praia es el pueblito de pescadores, con sus callejuelas y restaurantes. El trayecto de ida y vuelta al festival podéis hacerlo por un pasillo verde de madera elevado por entre las dunas (línea amarilla en el mapa) que es un portento de la accesibilidad y de lo bonito que es. Este camino también atraviesa un punto del río Âncora que es estupendo para bañarse.
En la parte más al norte de Vila Praia de Âncora tenéis la Ecovia do Atlântico, un camino de senderismo que en cuestión de 50 minutos os llevará a Moledo. Es una excursión chulísima, con el océano golpeando las rocas a lo largo de todo el trayecto y las ovejas tomando el sol. Un buen plan es llegar hasta el pueblín, comer allí y regresarse para el festival.
Os dejo algunas recomendaciones que yo misma probé para comer y beber en las inmediaciones del festival (algo casi tan importante como los conciertos):
- Restaurante Casa dos Caracois: si os gustan los caracoles, este es vuestro sitio.
- Restaurante Fortaleza: maravilloso para apretaros una buena parrillada de carne o de bacalao por cuatro duros. Cuidado porque las raciones son literalmente enormes.
- Pousada Farol do Portinho: sardinas asadas por cuatro duros también.
- Restaurante e Hamburgueseria 24: está al lado del recinto del festival y hacen unas hamburguesas muy ricas por un precio competitivo.
A lo que hemos venido: los conciertos del Sonic Blast 2024
Reconozco que a mí, personalmente, el festival me empezó muy mal. Daily Thompson era una banda a la que tenía muchísimas ganas de ver y canceló poco antes de comenzar el festival. Si soy sincera, aquello fue empezar con un palazo. Menos mal que Saint Karloff dio un espectáculo maravilloso, crujiente y ardiente, generoso, y eso hizo remontar la pre-party.
Otro de mis grandes deseos, Maruja, fue decepcionante. La formación tocó con la ausencia del saxofonista, quien no pudo venir por estar enfermo. Y qué queréis que os diga… el saxo es el protagonista en esa banda y aquello fue como ver una película de estas en las que no pasa nada. Caía un sol de justicia y mi ceño estaba algo fruncido, pero no paraba de repetirme que aún quedaba todo el festival por delante.
En efecto, el mal trago quedó en agua de borrajas cuando los irlandeses Enola Gay se apoderaron del escenario. Su líder tiene una energía arrolladora y el hardcore punk que se marcan mantiene a todo el mundo con el baile de San Vito encima todo el rato. Después tuvimos el espíritu tranquilo de Black Mountain que, si bien algo de bajón para algunos, yo disfruté de la calma con mi cerveza fría, todo ya bajo un sol menos goleador y una luz que empezaba a anunciar el ocaso.
El primer plato fuerte del primer día fueron Graveyard. Están lejos de ser mi banda favorita, pero dieron muy buen concierto. El bajista cantó hermosamente bastantes temas y una colega me contaba que el frontman ha sido siempre el cantante y que quizá esto se debe a que empieza a estar un poco cascado… Estuve cerca del escenario, pero en un lateral, donde a pesar de que los graves resonaban en todas mis células se apreciaba que estaban teniendo un buen sonido. Es aconsejable colocarse centrado al escenario. Habitualmente, es donde mejor sonido vamos a tener.
Viagra Boys fueron el segundo plato fuerte del día. Estuvieron espectaculares, con una propuesta visual estrambótica y marcianamente guapa. No sé vosotros, pero yo al menos con esta banda ya noté otro tipo de público, algo había cambiado en el ambiente. Al salir de este concierto se daba cuenta uno de que había infinitamente mucha más gente y de que aquello había sido la hora punta.
Del segundo día me quedo con tres. Los daneses Causa Sui nos sumergieron en sus densos y abstractos pasajes de stoner y psicodelia que tan bien maridaban con un sol que, todavía imperante, azotaba la arena de las dunas. Desde aquel estado abisal descendimos todavía más a las profundidades con las armonías chiclosas y rellenas de wah-wah y delay con Colour Haze. Quizá lo mejor de todo el Sonic Blast (o mejor dicho, de mi Sonic Blast) fue el batería de esta banda, que daba gusto verlo fundido con su instrumento.
Qué decir de los impecables 1000mods. Los griegos volvieron a coronarse con un directo fluido, orgánico e íntegro, si bien algo breve. Ya los había disfrutado el año pasado en el Resurrection Fest y me la volví a gozar. Pocos temas tan redondos como «Low» o «Vidage». Dioses.
Del último día le tenía muchas ganas al directo de Brant Bjork que me transportó también al lugar en el que habitan las notas pesadas. Pero sin ningún género de dudas la bomba del día para mí fueron los enormérrimos SLIFT.
No fue ni medio normal aquello: una puesta en escena desorbitada, ellos con un talante desgarrador, unos pasajes musicales eternos venidos del mismísimo espacio, con una luna tremenda encima que, como una espectadora más, vibraba al unísono con todos los presentes. Confieso que lo que había escuchado de SLIFT no me había flipado pero en directo fue otra cosa y una gigantesca sorpresa. Además, lo vi de chill en la tarima para sillas de ruedas y desde ahí todo adquiere otro cariz.
Y con esa luna gigante sobre el Atlántico, tirada en la arena, apuraba mi última cerveza y me despedía del Sonic Blast de 2024, un festival que por ahora aún parece que mantiene su esencia humilde y que esperamos que así siga, fiel a su nicho y a su público concreto. Muito obrigada!
¡Muchas gracias por leer este artículo! ¿Qué os ha parecido esta crónica del Sonic Blast 2024? ¿Cuáles consideráis vosotros que fueron los mejores conciertos? ¿Qué más bandas destacaríais de esta edición? No dudéis comentar y en seguirnos en nuestras redes sociales:
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